jueves, 26 de agosto de 2010

Una visita inesperada

Escrito por nuestro compañero Fran (agosto, 2010):

....Era 1 de septiembre, del 2010, un miércoles cualquiera del calendario. Pero ese miércoles tocaba asistir al taller “Las palabras del escritor”, en la Biblioteca de Arroyo de la Miel, y algo impresionante pasó en aquella reunión literaria.
....El último día que vinimos, se nos entregó a todos unas canicas de colores, cada cual con un aroma distinto. La que me tocó a mí olía a naranja, y era normal, pues venía vestida de un color anaranjado. Pero no era esto lo raro y maravilloso de esta historia, no, fue algo mucho mejor...
....Cuando Ricardo se disponía a pedirnos leer nuestros ejercicios, sobre las bolas de colores que nos dio, una espesa niebla comenzó a formarse justo detrás de nuestro amigo. Él seguía hablándonos sin enterarse de nada, pero los demás íbamos viendo cómo aquella nube de humo iba tomando forma humana.
....Nuestra joven Alejandra soltó un grito de película de terror. Lola, Cecilia y Erena se levantaron de las sillas aterradas. Los demás nos quedamos como bloques de hielo en nuestras sillas, hasta el aliento se nos congeló en la boca.
....Aquel fantasma tomó forma corpórea; era un señor mayor, con barba y bigote, elegantemente trajeado con chaqueta y corbata. Y en cuanto tocó el hombro de Ricardo, éste se llevó el mayor susto de su vida, poniéndose en pie de un salto.
....-¡Tranquilo, tranquilos todos! –Dijo el extraño visitante- ¿No sabéis quién soy…?
....Aquel hombre, o fantasma, o lo que fuera, tenía un rostro serio, pero sus palabras llegaron a tranquilizar a todo el grupo…, bueno, o eso parecía. Ante nuestro oscuro y pavoroso silencio, aquél hombre siguió hablando:
....-¡Tranquilos, por favor! Adoro las sinestesias, y no he podido contenerme para venir aquí y disfrutar de este día con vosotros. Por favor, dejadme un asiento para acompañaros.
....No sé, pero su esmerada educación parecía habernos hipnotizado a todos, pues acogimos a aquel extraño en nuestro grupo, y seguimos con lo nuestro. Ricardo pidió que leyéramos nuestros textos. Levanté la mano, y empecé yo:
....“Un día me crucé con una desconocida, era hermosa, y tanto, que casi tenía que cerrar los ojos por la hiriente luz de su belleza. Al tropezar los dos, la bola que llevaba entre mis manos cayó rodando. Ella recogió gentilmente la canica anaranjada y me la ofreció.
....-¿Qué es esto? Me preguntó. Y yo le dije: “Es un beso resbalando de mis manos, un pequeño atardecer de aromas de otoño”. La chica hermosa dijo que más bien le parecía el pequeño huevo de un ave Fénix. Los dos sonreímos”.
....Fin de mi ejercicio. Ahora le tocaba a Laura y su texto con sinestesias. Pero el señor extraño se levantó, diciendo que sabía algunas bonitas:
....-Es de oro el silencio –dijo-, la tarde es de cristales azules…
....-¡Eres Juan Ramón Jiménez! –gritó Eduardo, señalando a aquel hombre.
....Y el espíritu del poeta onubense se desvaneció, en una nube de humo, ante nuestros atónitos ojos.

1 comentario:

  1. Qué imaginación gastamos!
    Me ha sorprendido -y bien- el desenlace. Para mi gusto le hacen falta correcciones pequeñitas, ese efecto de pulido que les sienta bien a todos los textos si no se abusa (un ejemplillo:la coma esencial que falta entre "silla" y "aterrada". Esas pequeñas menudencias que, sumadas, quitan lustre). Saludos.

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