viernes, 6 de agosto de 2010

Hot and bothered - Duke Hellington and his orchestra

"ya sería tiempo de escuchar algo así como Hot and Bothered.
—Título apropiado a las circunstancias rememoradas —dijo Oliveira llenando su vaso—. El negro fue un valiente, che.
—No se presta a bromas —digo Gregorovius.
—Usted se lo buscó, amigazo.
—Y usted está borracho, Horacio.
—Por supuesto. Es el gran momento, la hora lúcida. Vos, nena, deberías emplearte en alguna clínica gerontológica. Miralo a Ossip, tus amenos recuerdos le han sacado por lo menos veinte años de encima.
—El se lo buscó dijo resentida la Maga—. Ahora que no salga diciendo que no le gusta. Dame vodka, Horacio. Pero Oliveira no parecía dispuesto a inmiscuirse más entre la Maga y Gregorovius, que murmuraba explicaciones poco escuchadas. Mucho más se oyó la voz de Wong, ofreciéndose a hacer el café. Muy fuerte y caliente, un secreto aprendido en el casino de Menton. El Club aprobó por unanimidad, aplausos. Ronald besó cariñosamente la etiqueta de un disco, lo hizo girar, le acercó la púa ceremoniosamente. Por un instante la máquina Ellington los arrasó con la fabulosa payada de la trompeta y Baby Cox, la entrada sutil y como si nada de Johnny Hodges, el crescendo (pero ya el ritmo empezaba a endurecerse después de treinta años, un tigre viejo aunque todavía elástico) entre riffs tensos y libres a la vez, pequeño difícil milagro: Swing, ergo soy." (Capítulo 16 de Rayuela).


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