miércoles, 7 de julio de 2010

El caso de Francis X. Petrell

Estaba descansando encima del ordenador, como si de una moqueta con grapas se tratase, habia sucumbido al sueño y al cansancio del escritor clavandose en si mismo cuando ya no pudo teclear ni una palabra más. Lo llevava bien, para ser un encarguito de estos que no agobian demasiado ni en el tiempo ni en el espacio. Su historia, bien estructurada, era ya un borrador asequible; un borrador que daba miedo pero que a él le gustaba, inspirado, como no, en un historia real y en una historia fantastica de su cabeza.
Cuando se despertó pudo leer: "quien dijo miedo, quien dijo quien, quien dijo como, sin embargo o por que". Una buena manera de terminar un libro, pensó, sobre todo a alguien que se tira media vida en siquiátrico.

2 comentarios:

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  2. Una fluida prosa de ritmo muy marcado con una especial distribución de tonos y acentos, se nota la pluma del poeta, que se atreve, incluso, con símiles metafóricos. Muy prometedor.

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