viernes, 23 de julio de 2010

DUÉRMETE PRONTO





Hace tiempo que reina el silencio en la casa. El silencio más absoluto. Como una espesa capa de humo que se desgrana, se expande invadiendo cada habitación, ocupando cada rincón y convirtiendo el espacio, en una desoladora noche de difuntos.
Este silencio atronador, se filtra por mis oídos y me está volviendo loco, loco, loco... Siento necesidad de gritar, de lanzarle en un rugido todo el aire que me queda en los pulmones y retener su avance, echar atrás a este ejército de sombras, vencerle, y descansar.

Quisiera despertarlos a todos, a los niños también, para poder escucharles. Cualquier cosa que dijesen, una risa, un ruido, con tal de romper este silencio infernal. Me conformaría si quiera, con poder alargar mi brazo y tocarla. Sentirme arropado por el calor de su cuerpo y no, por este sudor frio que empapa mi lado de la cama.
Es inútil, no puedo mover un solo músculo. Soy un hombre convertido en estatua, a causa del miedo.
Me asusta quedarme dormido sabiendo que él está al acecho, que nos vigila tras la cortina de humo, que espera cualquier descuido por mi parte, para hacernos daño. Es tan retorcido, tan sumamente maquiavélico, que siento pavor tan solo con imaginar que descubre mi engaño, que se da cuenta de que permanezco despierto a pesar de mi apariencia, de saberse burlado por mi astucia, una noche más.

¿Qué haría entonces este injerto del diablo? El Coco es terrible, el ser más miserable y más dañino que pueda existir. Suerte que a mí, de pequeño, ya me advirtió la tía Paca y he podido estar alerta.
Chu.

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