sábado, 25 de septiembre de 2010

MANIFA

Hubo un tiempo lento para mí y para ti.
Nos pasábamos las horas hablando sin aburrirnos, sinceros hasta la obscenidad, entonces nos deseábamos pero no necesitábamos tocarnos porque estábamos tan, tan, tan cerca. Nos dábamos paz y nos contábamos chistes, o reíamos por reir, de tonterías.
Un tiempo lento que acabó sin avisos, sin señales.
Entonces dejamos de vernos, aumentaron las velocidades y ya nunca más tuve paz. Por mi deseo no han pasado los años. En los momentos más insospechados vuelven a mi tus caderas, tu sonrisa, tus manos, tus gestos, tu pelo…
El otro día cuando te vi estaba paseando el perro en pijama, todo en mi se despertó de golpe y te llamé y sonreíste al verme y que alegría, te señalé mi casa pero no te fijaste, quinto k, no tenía lápiz para apuntar tu teléfono, sólo tenía ganas de verte pero que alegría verte, tu seguías sonriendo y las palabras se amontonaban, mira que alegría verte y que tal, que tal tú, cuéntame quedamos y hablamos, eso, eso, quedamos y hablamos, pero que alegría pero tenías prisa, pero cuando te alejabas te volviste un par de veces y sonreías, estabas magnífica y yo en pijama.
El domingo a las doce y media en la plaza de la Constitución, eso era lo único que había quedado de nuestro encuentro, nada me impediría estar allí, había ido muy lejos y había vuelto, había comprobado que eras tú y sólo tú, ahora estaba seguro y no podía recordar qué pasó, cómo te había dejado ir sin batallar, sin protestar, sin hacer ruido.
El domingo me presenté una hora antes, con el traje de los domingos, con un ramito de violetas y me apoyé en la farola. La plaza era mía, llegases por donde llegases te vería venir, y no sabía si debía caminar a tu encuentro o dejarte llegar con la sonrisa esa tonta que me domina, decidí aplazar la decisión hasta el momento mismo, mejor no adelantar acontecimientos.
A las doce menos cuarto empezó a llegar gente a la plaza. Mucha gente, había un escenario montado al fondo de la plaza. Había elegido un mal día y una mala hora para quedar, si la plaza se llenaba de gente podía ser una pequeña tragedia para nuestra cita, una gran tragedia, porque si no nos encontrábamos esa vez habría que esperar a otro encuentro fortuito, años tal vez, a lo mejor tú recordabas lo de quinto k, pero yo no estaba tan seguro.
A las doce ya había demasiada gente en la plaza, yo jugaba a buscarte con la mirada y estaba seguro de reconocer tu silueta y tus andares entre mil. Es verdad, había muchas, pero como tú, ninguna. Yo estaba confiado.
A las doce y cuarto ya estábamos muy apretados, había mucha policía y por la calle Central se acercaba la cabecera de una manifestación y comprendí que se dirigían al escenario del fondo de la plaza. Definitivamente, había elegido el peor día y la peor hora para nuestra cita.
A las doce y media yo sabía que ya estabas en la plaza, buscándome entre la multitud, achuchada por unos y otros y empecé a desesperarme porque aunque podía reconocer tu silueta entre mil, no podía ver dos metros ante mí. Me tuve que encaramar a la farola y al ver la marea humana comprendí que nunca te iba a ver, tenías que ser tú la que me vieras, y llegado el momento, llegaras hasta mí.
A las doce y cuarto ya estaban todos en la plaza y las calles adyacentes. No cabía un alfiler y yo te perdía. Estiraba el cuello, trepaba por la farola cada vez más alto, esperando un gesto, una voz tuya, pero la multitud se lo tragaba todo. Saqué el pañuelo de mi bolsillo y lo agité con la esperanza de que me vieras y agitaras tu el tuyo, pero no funcionó, la gente al verme respondía agitando banderines rojos, gorras, folletos y pancartas, cuanto más agitaba yo, más agitaba la marea. Perdía las esperanzas.
Sentí un golpe en el costado y me alegré, creí que eras tú, pero no, era un señor que me pinchaba con el palo de una bandera y me la ofrecía a mí, que estaba más alto. No me pareció mala idea, era una bandera roja muy grande, todo el mundo me vería, tú también, aunque yo no pudiera verte, sabrías que yo había acudido y nos reiríamos otro día de nuestra accidentada cita. Todavía esperaba un milagro.
Al coger la bandera roja dejé caer accidentalmente las violetas y la gente que había debajo las acogió con alboroto y cuando empecé a agitar la bandera la plaza se vino abajo, todo el mundo vitoreaba a la bandera roja y yo la agitaba con entusiasmo con la esperanza de que me vieras.
Entonces acepté la idea de que no te iba a ver, pero no estaba triste, porque había descubierto que te quería y no necesitaba verte para quererte, me bastaba con creer que me estabas viendo y sonreías, me bastaba con pensar en tu flequillo, tu risa, tus labios, tu cadera, tu piel, tus manos, tus pechos, tus dedos…
La gente grita al son de la bandera y me siento cerca de ellos, aunque no sé lo que piden ni lo que significa la bandera, está claro que todos hemos venido todos a reclamar algo que nos pertenecía y se nos negaba. Aquí estamos, haciéndonos ver, reclamando lo que es nuestro y nunca vamos a tener.
Y ya no puedo subir más, la farola se termina y ya sólo me une a ella la punta de un pie y los dedos de una mano, no sólo la bandera ondea, yo también ondeo, todos ondeamos, ¿No nos ves? Mañana te dirán que fuimos doscientos mil, otros dirán que fuimos quinientos mil. Yo te digo que somos más de un millón.
Los canticos se sincronizan con los movimientos de la bandera, o tal vez los movimientos se acompasan a los cánticos, oe, oeeeee, ooooooooeee, tus caderas, oe, oeeee, tus pechos, oeeeeee, tu sonrisa…

7 comentarios:

  1. Bernardino compi, cuando le das a nueva entrada se abre el dialogo para redactar el texto. Pues bien:
    En la barra de herramientas superior tienes al lado del corrector ortográfico un cuadrito que parece una foto, click y se desplega otro diálogo que te pone arriba, "insertar archivo"; lo buscas donde lo tengas guardado y le das a subir...esperas paciente a que se cargue, fácil.
    Que te vaya bien. Salu2. Eduardo

    ResponderEliminar
  2. Es muy sencillo. ¿Y cómo has adjuntado las otras imágenes? Es igual. Puedes hacerlo de varias formas, incluso buscar algún video en youtube que lo explique.
    Puedes crear un enlace a la imagen desde tu ordenador, o desde la URL: htp/:....

    ResponderEliminar
  3. Mándame el cuadro por emilio y te lo publico yo.
    Dime donde quieres que lo coloque.
    Eduardo.

    ResponderEliminar
  4. De puta madre, como siempre. Soy admirador de tu escritura como también de la de Dorotea. Si cada cual escribís una novela, yo os la compro. Me encanta cómo escribís, vuestro talento en contar historias interesantes y cautivadoras.

    ResponderEliminar
  5. Prepárate, llegan las críticas: "qué alegría" (ese QUÉ lleva tilde, tú lo escribes sin tilde en repetidas ocasiones. Error). "No cabía un alfiler" es una expresión saturada, muy conocida ya, como escritores tenemos que innovar y crear expresiones nuevas. Este error tuyo lo cometo yo también muchas veces, debemos aprender a no hacerlo más. En cambio, cuando dices: "la multitud se lo tragaba todo", eso sí es genial, amigo, me pareció bárbaro. Otra cosa, repites esto: "todos hemos venido todos a reclamar". Otro fallito de nada. Cuando terminas un texto debes revisarlo una y otra vez, varias veces, para eliminar estos fallos que se nos escapan a menudo. Un abrazo, no más, un "tú" por ahí sin tilde por olvido.
    Todo perfecto. Me encantaría escribir la mitad de bien de lo que escribes tú, amigo mío. Felicidades, un texto fantástico.

    ResponderEliminar
  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  7. Muy Bueno Bernardino. Suerte!!! y continua creando

    ResponderEliminar