lunes, 25 de abril de 2011

Noche de luz y perla grisácea

         
Las nubes corren  y juegan tras el  viento,
Anuncian la llegada del otoño,
Vuelan al viento mis palabras,
Tan grises  como el tiempo,
Susurros, anhelos…
Sueños o pensamientos,
Acaso tienen forma ellos.
Sonidos diáfanos de una tenue llovizna,
 
Nubes grises que ya no se atreven con la luna.
Mi cuerpo cansado y agotado,
Dolorido y extenuado solo busca
Su descanso merecido…
Mis ojos entrecerrados solo ven
Dragones  chispeantes y humeantes…
De un fuego que parece atenuar.
 
Todo se mueve, nada está en calma…
Hasta mi mente parece desbocada…
Quiero aquietarla pero ella se escapa,…
Corre,  corre  por montes y quebradas,
Parece ser  por la luna hechizada.
¡Despierta amor mío, despierta!,
No vez que soy tu alma enamorada.

P.G.

jueves, 21 de abril de 2011

Un poner.

Pongamos que mi familia pide a los dioses que llueva. El venero se ha secado. Yo creo en los dioses, pero también creo en mis brazos, al entrar en el desierto tengo miedo. Cierro los ojos. Sigo caminando. Tras dos días de camino encuentro agua. Cuando vuelvo soy recibido como un héroe.

Imaginemos que me convierto en una persona influyente y puedo conseguir cualquier cosa. En poco tiempo puedo comprar un par de mulas y algunos muchachos del pueblo trabajan para mí. Es fácil entender que ya no soy un muchacho, soy un hombre, y mi negocio es el agua.

Vamos a suponer que vuelve la estación de las lluvias. Del venero vuelve a brotar agua. El negocio peligra, las mulas siguen comiendo y los muchachos deciden dedicarse a otra cosa. Aún soy una persona influyente, lo bastante para conseguir cualquier cosa, un potente veneno por ejemplo, capaz de matar a cualquiera que se acerque al venero.

En una supuesta noche de luna llena no soy capaz de dormir. Hago guardia junto al venero. Si esa agua clara dejara de brotar, mis mulas volverían a comer. Si esa agua no brotara tan clara, mi negocio volvería a funcionar.

Amanece presuntamente. Una niña madrugadora se acerca a beber las primeras aguas de la mañana. Al pasar junto a mi me saluda con una sonrisa. Puedo agarrarla del brazo pero no lo hago. Puedo decirle que no beba pero no digo nada. Cierro los ojos.